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Matilde Arcángel, la mujer de Euremio Cedillo, tuvo la desgracia de morir al desbocarse un caballo, el día del bautizo de su hijo. Euremio culpa del suceso al recién nacido, pues con su llanto debió espantar al caballo. Euremio, por tanto, odia desde ese día a su hijo. Se desentiende de él hasta el punto de ir vendiendo, poco a poco, su patrimonio para consumir el dinero en bebidas y dejar así desheredado a su hijo. Euremio hijo creció, a pesar de todo, apoyado en la piedad de otras personas; gustaba de tocar la flauta mientras el padre dormía la borrachera. Un día atravesaron el pueblo unos revoltosos y Euremio hijo se fue con ellos. Detrás llegaron las tropas del gobierno a las que Euremio padre se unió para perseguir a su hijo. Días después regresan los forajidos derrotados. Detrás viene el jóven Euremio, a caballo, tocando la flauta y portando el cuerpo muerto de su padre.
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